¿Cuál es su función?
Podríamos describirlo como un elemento integrado en el
sistema de escape, hecho de carburo de silicio, que capta y almacena residuos
no quemados en la combustión para eliminarlos posteriormente de forma regular
en una fase denominada de regeneración. De este modo se reduce la emisión de micro
partículas contaminantes, como monóxido de carbono, hidrocarburos, u óxidos de
nitrógeno. Como muestra de la importancia de este dispositivo, basta con citar
que desde 2009 todos los fabricantes de coches incluyen de serie el filtro
antipartículas diesel, obligados por la Administración, para cumplir con las
normativas europeas en materia de contaminación
Si analizamos en profundidad sus funciones, además de
la obvia, este dispositivo, reduce la emisión de humos en el escape y la
temperatura de los gases en la combustión (hasta 900 ºC). Además, de forma
indirecta, reduce las emisiones acústicas y el consumo, mejorando rendimiento,
potencia y par.
¿Dónde se ubica?
El elemento filtrante se sitúa en el camino de los
gases tras el pre-catalizador, su disposición geométrica obliga a circular el
gas por las paredes porosas reteniendo las mencionadas partículas. Sin embargo,
el sistema completo es algo más complejo, consta de sensores que permiten
conocer el estado del filtro y software de control para dirigir la
regeneración.
El proceso de regeneración:
A
medida que la cantidad de partículas aumenta, el paso del aire se dificulta haciéndose
imprescindible una limpieza automática. La regeneración espontánea del filtro,
provocada por la electrónica de gestión del motor, o catalizada por algún
aditivo, supedita su éxito a la temperatura y al número de veces que se ha
regenerado previamente.
El
escenario ideal es la autopista, donde se alcanzan temperaturas elevadas y no
se realizan aceleraciones bruscas. El intervalo entre regeneraciones oscila
entre los 400 y los 1000 km en función del tipo de conducción, y la operación dura
entre 2 y 3 minutos sin suponer, en teoría, ninguna incomodidad al usuario.
La utilidad
de estos filtros queda en entredicho especialmente cuando el uso del automóvil se
reduce a trayectos cortos, con continuas aceleraciones y frenadas y donde la
producción de partículas es excesiva. Las escasas oportunidades para regenerar
el filtro, (ni se alcanzan las temperaturas ni se mantienen las condiciones durante
el proceso), pueden provocar el deterioro del filtro, habitualmente asociado a
un molesto aviso luminoso, que se traduce en pérdida de capacidad de salida y
un aumento de revoluciones al ralentí.
Mantenimiento:
La
vida útil del filtro cuando el vehículo se mueve mayoritariamente por la autovía
puede alcanzar los 200.000 km. Por el contrario, la conducción constante por
ciudad puede acortarla hasta los 5.000 km. En cualquier caso, el filtro antipartículas
se convierte en una pieza más de la lista de rotación quincenal de los
almacenes de recambios.
Aunque típicamente
tienen una garantía de un año, un mantenimiento adecuado, puede alargarle la
vida. Peugeot, por ejemplo preconiza el aceite TOTAL QUARTZ ECS 5W30, con bajo
contenido en cenizas fosfatadas, fósforo y azufre.
Si llega el
momento de sustituirlo, podemos encontrarnos con precios que superan con
facilidad los 500 €, o simples recargas del catalizador por 150 €, pero existen
otras alternativas como la que ofrece IRESA ingeniería: “la sustitución de la
pastilla de silicio por una nueva, desaconsejando cualquier tipo de lavado
manual, argumentando que estos últimos podrían ocasionar daños colaterales, por
una apertura paulatina de los canales de paso”.
Esperamos
haber resuelto las dudas, o haberos despertado la curiosidad sobre el filtro antipartículas. Para completar la información, finalizamos el post con un video que explica el
sistema utilizado por Renault.
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